Género: Thriller, suspenso, drama, historias reales
Sinópsis: narra la historia de una jóven pareja, conformada por Lena (Ema Whatson) y el activista Daniel (Daniel Bruhl). Los jóvenes se encuentran en una encrucijada cuando explota el golpe de estado en Chile en 1973. Daniel es secuestrado por la policía secreta del dictador Pinochett y es llevado a un centro de aislamiento disfradado de templo clrérico. Lena hará lo imposible para llegar allí y fugarse juntos.
Crítica: pese a las malas puntuaciones, la falta de 'ir hasta el hueso' en semejante historia verdadera y el desinterés por parte del director de fustigar en plenitud los hechos -fuertes- de la película, no pierde la potencia y revitaliza una historia tan macabra como impactante.
Watson demuestra por qué es a la que mejor le fue de los tres actores principales de Potter, pero no termina de convencer su actuacion.
Párrafo aparte para el fenómeno Daniel Brul, que regala un buen personaje, realizando una transformación en el medio y mostrando hilos de su gigante potencial.
La pareja amalgama bien, la película tiene un gran despliegue, la fotografía y producción son imponentes y realmente la historia atrapa, aflije, no lleva hasta la punta de la silla varias veces, estremece y nos lleva varias veces a pensar esto realmente pasó.
La película fue rodada en Buenos Aires (Sí, Ema Watson estuvo aquí) en una escena donde los militares copan las calles, esas calles son de la Capital Federal, también la escena donde los detenidos están en un campo de fútbol, es el estadio Ducó, del club Huracán (mismo que 'el secreto de sus ojos). Tambien se rodó en Chile, Luxemburgo y Alemania.
Daniel Brul, que impactó con el personaje de Niki Lauda en Rush y Good bye Lenin! es uno de los mejores actores, pero con más bajo perfil de la actualidad. Tiene una sensacional película que también se las recomiendo Noche de paz.
A pesar de ser chocante la historia, en el filme le hacen precio a lo que realmente fué, aunque no lo crean, fué peor que eso.
En el país vecino la película no cayo del todo bien, por más que esta dedicada a sus víctimas, el ojo del director no terminó de convencer a los chilenos, quienes creían que se podía escarbar más en la historia, sumado a que pocas veces se habla en tono chileno y que en la música suenan temas de Santana, Janis Joplin y Bill Whitters, se entiende la molestia.
En difinitiva la pelicula es un patadón que no tiene desperdicios, Barry Levinson con Natalie Portman hubieran hecho una obra majestuosa pero lo que nos regalan Gallenberger y Watson conforma, sin desperdicios.