En ese momento la fiscal Ingrid Wenner, que subrogaba a Sergio Cáceres Olivera, ordenó la detención del policía y el secuestro de su pistola reglamentaria y su chaleco antibalas, además de la motocicleta policial y la de 110 cc en la que se desplazaba Cáceres junto a su hermano Nahuel de 17 años.
En las últimas horas, Cáceres Olivera declinó la competencia por entender que los resultados de las pericias orientan la investigación hacia un exceso en el accionar policial. Por esto, el caso pasará al ámbito del fiscal en lo Penal Especial de Derechos Humanos: Francisco Daniel Turraca.
Según la Policía, Yegros inició la persecución en la avenida Chaco al 1050, donde habría sorprendido a los “motochorros” en un intento de robo. Y la carrera se extendió por casi siete cuadras, hasta Dodero y calle 14, donde Cáceres fue abatido.
Yegros declaró que los motociclistas lo encañonaban permanentemente con un arma de fuego, y que tomó la decisión de disparar cuando sintió un estampido y un impacto en su chaleco antibalas. Sin embargo, los peritos no encontraron tal impacto en su indumentaria.
Y, al ser detenido, Nahuel Cáceres llevaba consigo una pistola sin cargados que, además, tenía malograda su corredera, por lo que se considera que no tenía posibilidad de disparar.
Claudio Cáceres recibió dos disparos: uno en el brazo y otro en la cabeza. El informe de la autopsia será clave para determinar la trayectoria y ángulo de incidencia de los mismos, y dilucidar a qué distancia fueron efectuados.
El segundo balazo
Una de las hipótesis es que por el impacto en el brazo haya perdido el control de la moto, y que el segundo disparo haya sido posterior a la caída. Esto, tomando en cuenta que de haber recibido antes el balazo en la cabeza, la caída se hubiera dado indefectiblemente.
Por ahora cuesta comprender que haya sido baleado desde atrás cuando era cubierto por el cuerpo del acompañante.
La persecución
Los cuestionamientos al procedimiento de Yegros apuntan a su decisión de iniciar la persecución a sabiendas de que los sujetos estaban armados y que la carrera se daría en una zona urbana y muy transitada a esa hora, done un tiroteo podría alcanzar a vecinos o transeúntes.
Se supone que debió individualizarlos y solicitar apoyo antes de arriesgarse a abordarlos. Sobre todo si estaban en fuga y, como se dice, “Chuki” Cáceres, domiciliado en el barrio Juan Bautista Alberdi, era conocido y fácilmente identificable en jurisdicción de la Comisaría Quinta.
Fuente: hdpnoticias/ Fotografía Hoy