El papá de las nenas no está presente. "No sé por qué algunos hombres se separan de una y se olvidan de los hijos", lamenta.
Claudia tiene otras preocupaciones: la casa que alquila con ayuda del gobierno provincial está pagada solamente hasta junio. Pero tampoco es el alojamiento adecuado para alguien que, como su hija, se recupera de una operación compleja y está inmunosuprimida para evitar el rechazo.
La vivienda está en una zona inundable, como casi toda la localidad portuaria del Gran Resistencia donde viven. "Con la gran inundación, es una suerte que no estemos ahí. Cuando baja el agua, aparecen las enfermedades. Perdimos cosas, un roperito... pero eso no me preocupa. Solo la salud de mi nena, que precisa un alojamiento adecuado", explica.
Claudia sabe recitar de memoria las características de la casa que necesita Morena. No requiere de lujos, sino solamente de aquello que la mantendrá con vida: "Que en la casa no entre aire, que cierren bien las puertas y ventanas, que no tenga humedad, que las paredes estén pintadas con pintura lavable, que el baño sea grande y con cerámicas, que el techo no sea de chapa, que el piso también sea de cerámica". Y algo de primera necesidad, un aire acondicionado para proteger a Morena del calor extremo.
Claudia se inscribió en los registros para recibir una vivienda social antes de que su hija empezara diálisis, hace por lo menos cuatro años. "Me acuerdo bien", señala.
Morena empezó a tener síntomas de su enfermedad al año y medio de vida. "Se le hinchaban su carita, sus pies, su pancita. Le hicieron estudios y resultó ser un síndrome nefrótico, una afección del riñón que hizo que tuviera que hacer diálisis, hasta llegar al trasplante", detalla Claudia.
Después de enviar muestras a los Estados Unidos, el análisis reveló que lo que afecta a Morena es una mutación genética de la afección, de detección reciente. Por eso, los médicos le dijeron que no descartan que Morena tenga que recibir un nuevo trasplante en el futuro y eso fue un balde de agua fría para Claudia.
No ve la hora de volver a Barranqueras para cuidar también a sus otras hijas: "Son tres adolescentes y con las cosas que están pasando con las chicas no dejo de pensar", cuenta, refiriéndose a los ataques a mujeres, violaciones y femicidios.
La mamá de Morena agradece a sus vecinos y a toda la gente que le mandó mensajes ofreciéndole ayuda. "No monetaria, pero sí apoyo de todo tipo", se alegra. "Eso no tiene precio", dice.
Morena es compradora, simpática. Usa el pelo largo con hebillas y tiene una sonrisa pícara. Los otros chicos internados "la siguen". Cursó sexto grado en el hospital y pasó a séptimo. No le gusta demasiado la escuela, prefiere dibujar y cantar. Su sueño es curarse pronto para empezar a practicar patinaje artístico.
Es valiente. Su carácter soprendió hasta a los médicos, lo mismo que su evolución. "Me dicen que es posible que no tenga que tomar medicación tanto tiempo", se alegra Claudia.
No hubo angustia mientras Morena estaba en la lista de espera para el trasplante. El órgano que necesitaba llegó de Misiones y pertenecía a un chico de su edad. Claudia no tiene palabras para elogiar la Ley Justina, que establece que toda persona es un donante. "Es la mejor ley de toda la historia", se entusiasma. "Una no se imagina lo que es esperar un órgano hasta que no tiene que pasar por eso. Nosotras solamente esperamos dos meses".
Claudia no necesita solamente una vivienda. Hace poco, entraron a robar a su casa de Barranqueras y se llevaron una pava eléctrica y el televisor que su tía le había regalado a Morena. "Pero eso no importa. Lo más urgente es la casa, para que Morena pueda salir del Garrahan y volver a vivir con sus hermanas", insiste.
Para ayudar a Morena, entrá a: www.change.org/xmorena
Fuente TN Todo Noticias