Según las crónicas de ese momento, "unos muchachos habían visto que un hombre arrojaba un bulto a un baldío. Iba en una moto roja y ni bien se deshizo de aquello aceleró perdiéndose en las polvorientas calles de Sáenz Peña. Los dos muchachos se acercaron intrigados, lo que el desconocido había arrojado era una bolsa de basura que contenía algo. Los chicos, impulsados por la curiosidad, abrieron la bolsa y miraron sorprendidos su contenido. El torso desnudo de una mujer. El hallazgo de los menores daría lugar al inicio de la investigación, aquel torso era entonces un absoluto misterio.
Los muchachos alertaron a los vecinos los cuales se presentaron en la comisaría cuarta de la ciudad para dar testimonio del macabro hallazgo.
El cadáver se mostraba limpio, los cortes habían sido realizados casi con perfecta precisión. Las primeras pesquisas dirían que el torso pertenecía a una mujer de entre 25 a 45 años.
La fiscal Liliana Lupi tomaría el cargo y se encargaría de ordenar una autopsia del torso a la morgue que funciona en el Hospital 4 de Junio.
Como suele pasar con este tipo de casos, la escena del crimen se llenó de periodistas, policías y vecinos curiosos, los cuales se fueron sumando con el paso de las horas.
El torso aún no tenía dueño pero alguien faltaba en la ciudad de Sáenz Peña y era una mujer. Maira Tevez tenía 21 años y era oriunda de Pampa del Infierno, en el año 2010 estudiaba el Profesorado en Inglés y se decía que estaba en pareja. Los forenses que se encargaron de realizar la autopsia al torso indicaron que el crimen tenía posible ribetes pasionales y que a pesar de que no unían inmediatamente la desaparición de Maira Tévez con el funesto hallazgo, tampoco lo descartaban.
Los que movieron la primera pieza en este imaginario tablero de ajedrez, fueron los padres de Maira, que ante el miedo por el torso hallado, y luego de que los intentos por comunicarse con su hija fueron fallidos, se hicieron presentes en la ciudad de Sáenz Peña y se dirigieron al departamento de la calle Moreno que ocupaba su hija. Al llamar a la puerta no obtuvieron respuesta así que recurrieron a un cerrajero para forzarla. Ni bien ingresaron al lugar notaron un intenso olor a putrefacción.
La historia de horror recién empezaba.
En el departamento encontraron manchas de sangre así que los padres llamaron inmediatamente a la policía. Pronto la investigación se centró en la cámara séptica del departamento que era de dónde provenía el nauseabundo olor. Las pesquisas dieron resultados escalofriantes. Dentro de aquella cámara séptica se encontraron con las extremidades que le faltaban al torso sin dueño. Pero la cabeza seguía perdida.
Para entonces ya no cabían dudas que el cuerpo descuartizado pertenecía a Maira Tévez y los investigadores empezaron a centrarse en el círculo íntimo de amigos de Maira. Estaban sumamente interesados en la última pareja conocida de Maira, Héctor Nano Ponce.
Los dos chicos que habían encontrado el torso, dijeron que el hombre que arrojó el resto al baldío, vestía una musculosa negra y se movilizaba en una moto roja, Héctor Ponce cumplía con las descripciones otorgadas.
A pesar de que al poco tiempo Ponce fue detenido, los interrogatorios no avanzaron mucho porque el mismo se mantenía frío e impasible ante las preguntas de los investigadores. No podían dar con la respuesta a una pregunta escalofriante: ¿Dónde se encontraba la cabeza de Maira?
Al principio habíamos dicho que la realidad muchas veces supera la ficción, el caso mostraba particularidades tales de una novela negra donde el misterio se apoderaba poco a poco de la trama. Lo que sucedió a continuación quedará por siempre en el recuerdo de la crónica policial chaqueña como uno de los casos más descarnados de esta provincia. Y es que la cabeza finalmente apareció.
Alguien, no trascendió su nombre en los medios locales, había visto peleándose a unos perros por un bulto en el patio de su casa. Al espantar a los canes, la persona encontró la última pieza de este rompecabezas. La cabeza de Maira Tevez.
La misma se mostraba en muy mal estado por las mordeduras post mortem que le produjeron los perros, a pesar de ello, pudieron reconocerla. Como las extremidades, la cabeza había sido separada del cuerpo cortándola tal vez con un cuchillo pero con una limpieza meticulosa de un profesional.
El hallazgo de la cabeza fue una cuestión de pura suerte, se cree que los perros la encontraron en un baldío y la llevaron hasta el barrio donde sería encontrada luego.
La investigación continuó desarrollándose en la ciudad de Sáenz Peña y tuvo sus frutos, cercanas a una vía se encontró una bolsa, en la misma, una almohada manchada de sangre y ropa interior que pertenecía a Maira, también manchada con sangre. Este es un punto importante de la historia porque por un momento se consideró que aquella almohada había sido la encargada de censurar un disparo, aunque la prensa no pudo saber si esto era del todo cierto.
En el departamento de Maira los investigadores secuestrarían dos cuchillos que contenían restos de sangre y pelo. Se cree que fueron esos cuchillos los que usó Ponce para descuartizar a Maira, aunque esto tampoco se logró saber.
Finalmente, el lunes 12 de abril de 2010, luego de un intenso interrogatorio acompañado con pruebas irrefutables, el autor del crimen, Héctor “Nano” Ponce, confesaría el asesinato. Les diría que tenía una relación sentimental con la fallecida, aunque no explicaría o por lo menos no trascendió las razones por las cuales la mató, pero que principalmente le pegó un tiro en la cabeza antes de descuartizarla. Gracias a las pericias realizadas se pudo saber que Maira agonizó durante dos horas luego del disparo, este es un dato que hiela la sangre al saber lo que vino a continuación.
Se pudo conocer que el imputado trabajaba en un sanatorio de Resistencia, tal vez como instrumentista, y que de ahí pudo obtener los conocimientos para desmembrar limpiamente el cuerpo de Maira.
¿Pero cómo comenzó todo? El jueves, Ponce se había quedado a dormir en el departamento de Maira, no hay menciones sobre si la pareja era conflictiva pero el asesino se levantó a las 7:30 de la mañana y sin más, le pegó un tiro en la cabeza a Maira mientras ésta dormía. Las pericias realizadas en el departamento apuntarían a que Ponce, luego de pegarle el tiro, trasladaría a Maira al baño donde procedería a descuartizarla. Luego se encargaría de esparcir los restos por la ciudad con tal de deshacerse del cadáver.
El resultado de esta dramática historia, luego del juicio, es la prisión perpetua para Ponce por el delito de homicidio agravado con alevosía.
Así cierra un nuevo capítulo en las crónicas policiales chaqueñas, uno que nunca se olvidará por su crudeza y la bestialidad con que fueron ejecutados los actos aquí relatados. Y es que a pesar de que el tiempo sigue pasando y nuevos casos ocupan hojas de expedientes, hay algunos que nunca caerán en el olvido, porque a veces la muerte deja un rastro de sangre tan profundo que siquiera el paso del tiempo es capaz de borrar".
Fuente Bajo La Lupa