Desde el frente de la casa donde asesinaron a Nora Dalmasso, un movilero de un canal de noticias tenía la obligación de salir al aire cada 15 minutos. Cuando se quedó sin material empezó a inventar: forzando una tonada cordobesa daba por ciertos chismes y rumores que parecían divertir a sus colegas en el estudio en Buenos Aires. Un diario publicó en tapa que el hijo de la víctima, Facundo Macarrón, dormía con su madre. En el interior de la nota aclaraban que durmió con ella hasta los cinco años. Otros periodistas decían que le iban a tomar muestras de ADN a 18 hombres “vinculados con Norita”. La vida privada de la víctima escandalizaba y multiplicaba las ventas.
A Nora la mataron el 25 de noviembre de 2006 en su chalé de Río Cuarto, Córdoba. Pero esa no fue su única muerte ni el único escenario del femicidio. La volvieron a matar en el canal América TV cuando durante casi media hora exhibieron en vivo las fotos de su cadáver desnudo sobre la cama: “El camisón de Nora” era el texto que acompañaba las imágenes. Los medios lo hicieron otra vez cuando la degradaron por su supuesta vida sexual y la Justicia cuando imputó a Facundo Macarrón, el hijo mayor de Nora, de haber violado y estrangulado a su madre. La mataron cientos de veces con cada “chiste”, con cada “Norita”, con cada remera que decía “No estuve con Norita”.
A Nora Dalmasso la sigue matando la desidia judicial de una causa que, trece años después, sólo tiene un condenado. Un condenado que no es el asesino: es el periodista Hernán Vaca Narvaja que tendrá que indemnizar a los hijos de Dalmasso por difundir aspectos de su vida privada en la revista El sur.