Son caprichosos, necesitan atención, no les gusta que los reten y les gustan los mimos.

Ambas dueñas reconocieron que tener cerditos las llevó a reflexionar sobre el consumo de carne y el maltrato animal.
"Me pasa en la cuenta de Instagram que me escribe la gente y me dicen que de sólo verlas en redes se replantean su alimentación, que ya no pueden comer carne de cerdo o jamón", contó Demarco.
"No es lo mismo ver el chancho en la granja revolcado que verlos en una situación cotidiana como en un sillón o paseando con arnés. Quedaron afuera en el rubro de las mascotas, pero eso fue una decisión arbitraria. Hay que darles la oportunidad, yo no digo que se acabe el consumo pero sí ser más conscientes", afirmó.
Fuente Télam
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